Sobre escribir y leer, con Pilar Abuja y Luna Miguel
Un par de reflexiones después de leer dos libros que nada tienen que ver entre sí.
A veces creo que doy una importancia desmedida a los libros. A veces lo creo porque a veces hay gente que me dice que doy una importancia desmedida a los libros. Pero solo a veces, que son las veces que más. ¿Por qué esta obsesión?
Leo ‘Informe para derrocar al lobo feroz’, poemario de Pilar Abuja en Sabina Editorial (2024). El lápiz vibra con vida propia en mi mano. La marca. Marcar tanta verdad nunca antes leída.
Dice: Y mi verdad está aquí. / Mírame ahora.
Y pienso en que sería una gran frase de dedicatoria inicial en mi libro. Tarde.
Qué rabia que este volumen haya tenido que esperar tanto tiempo a ver la luz. Qué rabia en en 2025 aún no haya suficientes textos para encontrarnos, para abrazarnos.
Dice: Me hago atea de mi misma.
Escribe: aislada. Perseguida. A escondidas. Me lo hace todo y yo no sé explicarlo. Desnudada. Todo es verdad y nada es sin querer. Condenada. Culpable.
Palabras que son diana, que duelen y arden en la boca, en la laringe, en el estómago. Palabras por fin dichas. Por fin escritas. Por fin publicadas.
Pilar Abuja escribe de la soledad, que a veces duele más que la propia agresión sexual. El otro día, en uno de los clubes de lectura de Mujeres y Compañía, hablábamos de eso: de la importancia de que alguien te crea, del poder de la compañía. “Lo que me desgarró fue el silencio”.
Precisamente las palabras de Pilar Abuja son eso: una compañía que abraza, que te dice que a ella le ocurrió, y que es verdad. Que a ti te ocurrió, y que es verdad.
“Yo sin armas: silencio y llanto”.
“Ese secreto terrible,
y mi dolor con nombre de animal”.
Siglos y siglos de violencias en las que las mujeres tuvieron que callar la vergüenza, un secreto que cargaban ellas, que era suyo, que era su culpa.
“Estirpe de mujeres solas.
Aparentes. Perfectas. Aisladas. (…)
Descendientes de diosas.
Culpables de nada.
Olvidadas. Suprimidas. Silenciadas”.
Hasta ahora. Ya basta: frente a la duda, la palabra. Frente al escrutinio, la verdad.
Pilar Abuja escribe con una certeza que roza la frialdad. Pero solo lo parece: sus palabras, y sé que me repito pero esto es importante, abrazan. Encienden los brazos de la rabia y la ira. Y la llama del saberse acompañada.
…..
“Tal vez la historia de la lectura sea la historia de cada uno de sus lectores, y por eso mismo su punto de partida ha de ser fortuito”. Esto lo escribe Alberto Manguel y yo se lo leo a Luna Miguel en su ensayo narrativo ‘Leer Mata’ (la Caja Books, 2022), que me he encontrado, casualmente, en esta estancia de ensueño que es La Casa de Cihuela.
Anoto: “Leer no es vivir muchas vidas / leer es que te den una paliza”.
Subrayaría: “Será porque leer mata que leer nos eleva”. “Será porque leer nos mata, que al cerrar un libro renacemos”. “El verdadero trabajo de un lector no es mirar el desastre, sino recomponer sus pedazos”.
Leo esta novela ensayesca, ese ensayo novelado con una protagonista lectora bulímica, somática y ansiosa en medio de un retiro para leer y escribir aquello que el día a día me impide. Primer día: dos libros. Lectora ansiosa yo también.
Luna Miguel no habla de ello directamente, pero este libro enlaza tanto con el anterior, como cómo valoro el anterior, que la casualidad da hasta miedo.
Porque no son palabras vacías cuando digo que la literatura me acompaña, que me ayuda a encontrar ideas, nuevas formas. Que leer nos posee, que con la lectura nos abandonamos para, añado yo, dejarnos acoger por las palabras.
Por eso me ha parecido tan importante el libro de Abuja. Por eso, también, escribo yo.